Un anciano cuenta sus historias
a los niños en las barriadas de agua y lagartijas .
En las calles húmedas de esos deseos intimos .
En las cortinas carcomidas por la miseria ,
de la falta de belleza y de la brújula de la felicidad .
Los días pasan como el recorrido
del cartero de la angustia ,
que entrega las cartas de las preocupaciones mensuales .
El anciano con su bastón espanta la furia de los perros ,
y los cantos de los cotorreos de esas mujeres cuyo rostro no tiene forma ,
y los hombres que llegan cansados a casas .
El anciano cuenta aquellas historias ,
del comienzo universal de la miseria eterna ,
donde las casas se levantaron como hongos después de la lluvia ,
y las ramas negras de las rejas de esos carceleros perpetuos .
Los niños juegan a la pelota ,
con la ilusión de golear en la vida de los arenales .
