martes, 11 de mayo de 2010

EL RETRATO DE CESAR VALLEJO ( 2 ) DE MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ .



Aunque los vientos no navegaban en los puertos
hacia la dirección de la catedral portentosa ,
en la mirada de ese mendigo que recorre las monedas de cobre ,
con el viento gélido de esos avernos urbanos , en el caos de la ciudad .
La daga , esa damisela majestuosa , en el esplendor aristocrático .
Sangraba , sangraba ,sangraba con el lamento de la última hostia .
Gritaba , gritaba ,gritaba como la furia de un toro en la cordillera .
El cáliz dibujaba el caos , la maldición de los citadinos .
El canto de Orias en el sino de las palabras de los poetas .
! Corpus cristi ! ! Corpus cristi ! ! Corpus cristi ! .
Un cónclave de cardenales ambiciosos ,
gritan por el peso de sus vestiduras .
Por el llanto de ese niño maltratado en sus sotanas .
La daga , esa damisela majestuosa en las manos de Orias ,
gritan por el peso de sus vestiduras .
El estruendo de palomas furiosas en la plaza de San Marcos .
Los ecos de Orias que desafían los poemas de Vallejo .
Hay golpes en la vida tan fuerte como la ira de Dios .
Hay dagas tan viscerales en la vértebra de ese sacerdote .
Aquí saco esa cruz para que el sacerdote
se llene con el fulgor de los vitrales ,
sin que el aliento se agite con el librillo del misal ,
uniendo la ira que da inicio
a la historia infeliz de ese muchacho que invoco al señor de las mosca .
Y Orias duerme como un Judas en las ramas de ese árbol ennegrecido .