jueves, 25 de febrero de 2010

CARTA A UN EDITOR EN EL SUR DE MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ .


El comienzo de las buenas intenciones .
Los mensajes de norte a sur ,
que dieron vueltas en las tuercas de mi vértebra .
Albergue cánticos de nuevas esperanzas ,
en el vuelo de un halcón en el desierto .
Navegue en los arenales de furia ,
con los cuchillos hirientes sobre mi espalda .
Contaron los días para ver el rostro amable de los bosques del sur .
Camine en un sendero de revoluciones
y escribe cartas con el fulgor de escribir el mejor capítulo de mi historia .
Salte cerros , montes , montañas .
Sobre la ventanilla del avión ,
vi la alfombra desértica de mis cien años de soledad .
Conquiste el faro de una vieja estación de trenes ,
y vi la Alameda llena de furia
con el caminar de los acordeones
y salte hacia la floreria de esos deseos no revelados .
En el frío de de los paraderos de la micro ,
en el recorrido de la panamericana ,
en el letrero de las industrias ,
y veía el horizonte la linea del tren ,
camine hacia el viejo Chillan .
La lluvia me recibió como una dama majestuosa
en el torrente eléctrico de la poesía ,
y vi el fuego de descentralizar la amistad .
Recorrí un camino de bosque
en busca de ese cuento sureño ,
encontré el silencio de la noche de un bar ,
con el aroma de las sopaipillas ,
vi nuevamente el rostro de la muerte en su mirada ,
en la linea horizontal de mis esperanzas .
Te lance la invitación hacia el precipicio ,
en las cartas de las torres vacías .
En la luna invertida
fue solamente un pedazo de felicidad ,
en el camino de ese pueblo campesino .
Tu sentado al lado de la ventanilla de la micro ,
y yo observaba la luna como un queso derretido .
Caminamos por esas calles solitarias ,
y intente escribir un poema sobre tu rostro ,
y solamente escuche un viejo discurso añejo .
Sentí el látigo silencioso .
El estruendo del dolor en mi vértebra .
Estalle en esa cama fría al lado de mi maleta .
Soporte esos crueles comentarios ,
y perdí la brújula en un momento .
Quería volar hacia los caminos de Roma .
Levantar esos trozos rotos de ese vaso de vino ,
y mis manos se llenaron de sangre con la ira de mi
propia decepción .



( E V )